
Muchas veces sentimos que estamos solos en el mundo, sin consuelo mojamos las sábanas con nuestras lágrimas, caminamos sin rumbo por un trecho obscuro y silente.
Actuamos de forma maquinal rutinariamente. Se presentan obstáculos y nos desviamos para no tropezar, nuestros pensamientos corren en círculos interminables en nuestras mentes, y en momentos dejamos todo atrás para volver a empezar.
Nos refugiamos en toda materia para olvidar nuestra pobreza emocional, disfrazamos nuestro dolor con sonrisas involuntarias y le pedimos a Dios que no se olvide de nosotros.
Esta es la historia de nuestras vidas, amor y desengaño, tristeza y alegría, éxito y fracaso, luz y obscuridad.
Es entonces cuando encontramos una flor en medio del desierto, una luz en la obscuridad de la noche, un angel entre la multitud de la gente. Es esa persona que de forma extraña aparece en tu camino y te ofrece todo sin pedir nada a cambio.
Entonces descurbrimos una forma abstracta y misteriosa de querer, que tanto buscamos, que tanto necesitamos, un sentimiento que fácilmente nace pero se nos hace difícil expresar.
Es cuando olvidamos la realidad para revivir las aventuras, cuando se pierden los límites para dar paso al amor, cuando dejamos de ser ajenos...
..para ser amigos.
Sandra Falcón (2000)
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